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Visita S. Pedro do Sul

Información Turística

Pedro do Sul es una ciudad de Beira ubicada en el corazón del valle de Lafões, enmarcada por los macizos de las Sierras de La Arada, Gralheira y S. Macário. Estas serranías con sus paisajes verdes, sus arroyos de agua fría y cristalina, sus aldeas escondidas en los valles y montañas aliadas a la magnífica puesta y rayar del sol, de las que se puede disfrutar, constituyen un pedazo del mundo que sirve de refugio a los Dioses de la inspiración.

Desde la cima de la Sierra del S. Macário el amanecer es más hermoso, los colores fuertes que se deslumbran, en los paisajes son un regalo para las vistas, todos dicen ser de creación divina. De los 1054 mt. desde el monte se pueden ver las sierras del Montemuro, la Sierra de la Estrela y la Sierra del Caramulo, se ve todo el verde valle de Lafões y en días de mayor nitidez se avista, en Oporto, la Torre de los Clérigos.

En las serranías la vida corre al gusto de la calma del tiempo y en un espacio que llega para que todos vivan en armonía con la naturaleza y es de esta que se extrae el esquisto para construir las casas típicas, de las típicas aldeas de la Pena, del Fujaco, de Covas do Monte o Covas do Río. Aldeas bendecidas por las centenarias Capillas de S. Macário de arriba y Ermita de S. Macário de abajo. Todo este macizo montañoso del «Monte Magaio» vive envuelto en tradiciones, rituales, mitos, leyendas, creencias de cabras que matan lobos, de serpientes que comen hombres y de santos que transportan brasas encendidas en las manos, cuyos recuerdos no se borraron en el correr de los nuevos tiempos.

Quien sube la Sierra da Arada se encuentra con una suntuosa simplicidad de fragas y gargantas con pequeños pueblos y aguas límpidas a verse en el verde de los valles, que contrasta con el tono de las rocas comunes en las elevaciones de la Arada.

El pueblo de Coelheira está marcada por la magnífica alfombra de carqueijal, bien recortada por los rebaños de ovejas, cabras y cabritos que por allí son habituales clientes. También un lago, en una meseta de la sierra, con sus truchas saltando y burbujeando, forma parte de un horizonte pastoral y sereno.

Más adelante, siguiendo la carretera, se encuentra el pueblo de Candal, con sus típicos conjuntos rurales. Quien venga puede quedarse en el camping de Coelheira o en una de las acogedoras casas de Turismo Rural que también existen por allí. Estos son equipos de gran demanda, pues el Turismo de Montaña está ganando cada vez más adeptos, y con montañas como las del Municipio de S. Pedro do Sul vale la pena!

La Sierra de Gralheira es un macizo que comienza a elevarse desde las orillas del Río Baroso, donde se sitúa el antiquísimo «Real Monasterio de S. Cristóvão de Lafões», remontando su origen a un período anterior a la fundación de la Nación, y en un lugar, donde la cercanía con los elementos de la naturaleza hace estimular las virtudes del espíritu.

Comenzando a subir, por la sierra arriba, se llega a la que una vez fue la aldea más portuguesa de Portugal, estamos hablando del pueblo de Manhouce, con todas sus tradiciones etnográficas, artísticas y gastronómicas, muy apreciado es el cabrito asado da Gralheira. Luego, allí cerca, está el Porto, Ciudad Madre de muchos de aquellos que nos visitan y que buenos fines de semana pasan en la llamada «Sintra da Beira».

La gentil franqueza de los pueblos serranos se hace notar en la fraternidad con que nos obsequian, con el buen jamón y broa casera, la también casera chorizo y la tradicional aguardiente o el fino vaso de viño verde de Lafões. Son personas afables y sinceras, siempre dispuestas a dar preciosas informaciones acerca de la región y de sus lugares escondidos que merecen una visita.

Pedro do Sul, el cantero más florido de Lafões, contiene en sí los paisajes infinitos que nuestros ojos pueden ver; pobladas de mil colores y olores que los muchos árboles y flores exaltan el suave perfume agreste; desde arriba de los verdes ramajes ve armoniosas melodías con que los ruiseñores nos saludan y el hambre y la sed se pueden satisfacer con sabores de la Sierra.

Parafraseando un verso del «Himno de Lafões», no hay mayor verdad que decir: «Lafões es un jardín y no hay en el mundo un lugar así».

 

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